2014年3月11日星期二

Resumen y comentario sobre la lectura: Los Paradigmas Sociales del Posfordismo

Tras el debate económico sobre la crisis del fordismo, la discusión giró en tono a la definición de nuevos esquemas interpretativos y paradigmas del posfordismo. En lo sucesivo, se trata de circunscribir el modelo general de organización económica destinado a reemplazar al “fordismo” mediante una nueva articulación coherente de producción y consumo. Mientras tanto, las perfomances industriales japonesas y la economía difusa italiana llamaron la atención del debate sobre los espacios del posfordismo (Piore, Sabel 1981).

1. El paradigma de la "especialización flexible"


La obra pionera de Piore y Sabel (The New Industrial Divide) marca un primer giro en la definición de las formas y modalidades de la transición del modelo fordista de producción monoproducto y rígido a un modelo de producción multi-producto y flexible. El punto de partida de este enfoque es el papel nuevo que parecen jugar las PYMEs tras el desencadenamiento de la crisis. En cierta manera, apunta a elevar los fenómenos de descentralización productiva al rango de nuevo modo de funcionamiento global de la economía.


La definición del modelo de "especialización flexible" deriva precisamente de la inversión del dualismo industrial descrito arriba. Gracias a su flexibilidad, incluso a su capacidad de reaccionar casi instantáneamente a las fluctuaciones de la demanda, las PYMEs superarían a las grandes empresas "rígidas". De ahí la afirmación de una nueva forma de especialización "plegable". Se trataría de la instalación tendencial de un nuevo paradigma industrial, más descentralizado y más innovador, cuyas condiciones técnicas y relaciones sociales representarían una verdadera superación del modelo fordista.


2. Los enfoques neo-schumpeterianos


La literatura económica más reciente ha intentado caracterizar la transformación del paradigma, no ya a partir del desplazamiento de centralidad en el dualismo industrial tradicional, sino en términos de transición de la "producción rígida de masa" a la "producción flexible en grandes volúmenes". Entonces, la crisis precoz del modelo de "especialización flexible" deja la puerta abierta al retorno de los enfoques neo-schumpeterianos. Consideran transitorio (schumpeteriano) el modelo de "especialización flexible" en el contexto del despliegue de los ciclos económicos largos gobernados por leyes generales e inmutables.


3. El paradigma japonés y la escuela de la regulación


La atención se ha desplazado hacia el aparato productivo contemporáneo que mejores resultados ofrece, el que asegura a Japón una capacidad sin precedentes de romper las barreras erigidas por los grandes oligopolios europeos y americanos. Se ha empezado a hablar entonces de modelo japonés y de "toyotismo" como nuevo arquetipo que dicta, al nivel de la economía mundial, las nuevas normas de producción. 


Según la modelización esbozada por Boyer, la dimensión paradigmática del "toyotismo" está unida a su capacidad de ser, de manera especular, el substituto del fordismo. Pero se sigue corriendo el riesgo de caer en una visión evolucionista, caracterizada por la superación de las rigideces técnico-económicas de la cadena de montaje. De este modo, tal y como el taylorismo permitió luchar contra la "vaguería del trabajo", el toyotismo corre el riesgo de aparecer no como un desplazamiento, sino como una simple profundización y una expansión de la organización del trabajo, que permitiría finalmente atacar a la "vaguería del capital circulante".


4. Las dimensiones sociales de los paradigmas posfordistas


La noción de "flexibilidad" es un concepto que aparece en su dimensión global como "mix" de técnicas y tecnologías que pueden unir: cambios rápidos y frecuentes de modos, estilos y tipos de producto; adaptaciones o re-programaciones fáciles de procedimientos y actuaciones; efectos de vuelta (feedback) rápidos en términos de calidad y cantidad, entre productores, vendedores y usuarios.


Según las diferentes articulaciones socio-institucionales de la relación salarial, el nuevo sistema técnico-económico puede desembocar en un modelo neo-tayloriano o si no en el de la implicación colectiva y el empleo para toda la vida. Y el nuevo paradigma no se define en la fábrica, sino en las condiciones globales y por tanto esencialmente sociales en las que se determinan las formas de cooperación e innovación. La inversión de la jerarquía tradicional entre firma y mercado, no representan sino conceptualizaciones diferentes de un mismo movimiento: el que va de la fábrica a la sociedad, de las condiciones productivas de fábrica a las de cooperación social. 


Por un enfoque alternativo en términos de composición de clase


El camino lógico que siguen todos los enfoques es el mismo: de la tecnología al nuevo paradigma técnico-organizativo y al trabajo (Coriat 1990). Todas las transformaciones mayores son el producto social de una dialéctica compleja "conflicto/innovación". Se debe concebir a la clase obrera no sólo como categoría de la acumulación, sino también y sobre todo a partir de su "exterioridad" al modo de producción. Hay que tener en cuenta la autonomía de los mecanismos de formación de su subjetividad y de sus lógicas de conflicto.


La mayoría de las modelizaciones habituales del "fordismo" hayan dejado a un lado el papel jugado por las migraciones internacionales de mano de obra en la fabricación de las diferentes configuraciones de la relación salarial fordista.


5. Del "fordismo" al "posfordismo": el debilitamiento del papel motor de la dialéctica luchas/desarrollo


La instalación de una articulación funcional entre las normas de producción y las del consumo de masa es, igualmente, el resultado del primer gran ciclo de luchas del obrero-masa, los "wobblies" de los IWW (Rawick G. 1972). La lógica de la conflictividad puede considerarse como la articulación de un conjunto de principios técnico-económicos y de compromisos institucionales.


Las configuraciones específicas de la relación salarial explican la diversidad de las trayectorias nacionales en el crecimiento y la crisis del fordismo.


6. Cooperación social productiva y nuevo ciclo de acumulación


La crisis del paradigma fordista no se debe al agotamiento técnico de un régimen de acumulación, sino al cuestionamiento de las propias bases de control de la relación salarial y de subordinación del trabajo vivo al trabajo muerto, del capital variable al capital fijo. La crisis es una crisis social, corresponde al desarrollo de un sujeto colectivo que se ha negado como fuerza de trabajo y como consumidor masificado, vaciado de toda cualidad y toda existencia autónoma salvo en su integración en el capital. El cambio de paradigma no es más que el intento capitalista de reducir, mediante la reestructuración, la cualidad del nuevo sujeto a elemento objetivo de un nuevo ciclo de acumulación. Pero se trata de un intento incapaz de afirmar una síntesis dinámica. La relación obreros/capital no ha sido superada; pero se presenta cada vez menos según los principios de la dialéctica interna al desarrollo.


7. Nuevas normas de consumo y reconquista obrera del valor de uso


La capacidad de los nuevos agenciamientos productivos para captar las finas evoluciones del consumo lleva al estatuto de nuevo modelo sin tener en cuenta el "cambio de naturaleza" que se oculta tras la diversificación social de las necesidades.


8. De la crisis de la OCT a las nuevas normas de producción


El principal elemento desestructurante del control taylorista del trabajo fue el rechazo obrero de la cadena de montaje y el trabajo parcelizado. De hecho, el problema del equilibrio de las cargas de trabajo entre los puestos ha estallado en tanto momento de condensación de los conflictos que han desvelado y utilizado la fragilidad extrema de la cadena frente a la cualidad de la insubordinación obrera.


Movilizar a los humanos en el sistema de las máquinas significa, para el capital, "reconocer su propia dependencia respecto a las facultades no sólo psíquicas sino también mentales de las fuerzas de trabajo y además romper con la dimensión individualista en la que el trabajo automatizado sitúa al trabajador. Las estrategias que tienden a unir, mediante los parámetros salariales y el empleo para toda la vida (a la japonesa), la mano de obra al destino de las firmas responden a la dificultad creciente de control sobre los trabajadores cada vez más refractarios al trabajo asalariado y manual.


9. Fin de la centralidad del trabajo industrial y condiciones sociales de la cooperación productiva


En fin, no se da el desplazamiento de una sociedad industrial a otra, sino a una sociedad posindustrial, en el sentido de que la cultura (la ciencia) se convierte en el principal motor del desarrollo. Falta la clave de la productividad invocada por muchos economistas (Aglietta 1990) porque las propias condiciones de su extracción se han transformado y constituido de manera independiente y alternativa a los mecanismos de control del capital.


Tanto la concepción como la instalación de las condiciones de la producción y de los mecanismos de obtención de ganancias de productividad dependen cada vez más de formas de cooperación social que se determinan de manera autónoma y antes de ser englobadas en la organización capitalista del trabajo.


La oposición entre trabajo intelectual reconocido como tal y trabajo intelectual no reconocido emerge con claridad. La potencia del trabajo social, del saber acumulado por este "obrero colectivo" es difícilmente reductible a la necesidad capitalista de descualificarla y expropiarla con el fin único de la acumulación. 


Todas las problemáticas del paradigma siguen atrapadas en el interior de un enfoque cuyo eje sigue siendo el trabajo de fábrica y las nuevas características de las figuras obreras nacidas de la revolución informática. La búsqueda del compromiso debería basarse en la implicación colectiva negociada a cambio de un control de la instalación de las nuevas tecnologías y la salvaguarda "dinámica" del empleo y el crecimiento del tiempo libre. El postulado implícito es que la fábrica continúa estando en el centro de la sociedad.



Reflexión


El término de innovación comenzó a tener importancia desde la época de la Segunda Guerra Mundial, cuando las grandes empresas transnacionales se dieron cuenta de que podía ser aprovechado para mejorar sus negocios. 


Fordismo es la producción en serie en el modelo de cadena de montaje, al utilizar maquinaria con fines especiales y, principalmente, trabajadores no cualificados en una división del trabajo basada en una fragmentación de tareas cada vez mayor. La era fordista se caracteriza por la dominación de los mercados de masas y por bienes estandarizados que se mantienen durante largo tiempo. El fordismo surge de la eficiencia tecnológica de la producción planificada, que se basa en la separación entre concepción y ejecución, y de la eficiencia económica de fábricas de gran escala. El fordismo viene dominado por la lógica económica, la lógica de la ventaja comparativa y del funcionamiento del mercado".


Debido a los cambios de mercado y a la crisis del fordismo, en la década de los 70, surgió el posfordismo. Las empresas empezaron a buscar soluciones organizativas y tecnológicas acordes con la nueva situación. El "Posfordismo" de la mano de la flexibilización exige nuevas maneras de organizar el tiempo y en especial el tiempo del Trabajo. Son paradigmas directores de esta nueva era los de la especialización flexible, la tecnología de la información, las tecnologías de producción flexibles.


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